El primer coche que piloté en mi vida no había sido construido para mí, sino para mi hermana.

Mi padre quería que ella pilotara un go-kart, como él solía hacer. Entonces, fabricó uno para ella en nuestro garaje, de chatarra. Él único problema fue que ella era una niña de ocho años sin interés alguno en pasar los fines de semana en los circuitos del norte de España.

Así que con 3 años, me subió al coche. Al principio el kart era demasiado grande. No podía alcanzar siquiera los pedales, pero ajustamos el asiento, acercamos los pedales y lo solucionamos.

Me encantaba conducir, pero lo disfrutaba tanto como el compartir tiempo con la familia. Mi madre, padre, y yo íbamos a diferentes circuitos en los que pasábamos los fines de semana. Cada día solía pilotar unas horas y más tarde jugaba con mis amigos a fútbol bajo el sol español con mis amigos. Esos días aún me acompañan cada vez que salgo a la pista.

Aprendí mucho pilotando en esos tiempos, pero al igual de importante, descubrí algo sobre mí:

Me encanta pilotar, competir. Realmente me gusta la competición. Y por eso es que el 28 de mayo, en el mayor fin de semana del motorsport, no podré estar con mi equipo de F1 en el Gran Premio de Mónaco. Estaré en Indianápolis. Pilotando en el Speedway Brickyard. Porque necesito hacerlo. Las 500 Millas es uno de los más grandes eventos del deporte. Pilotos de todo el mundo lo saben. Es donde pertenezco, porque soy un piloto, un competidor.

Siempre lo he sido, y siempre lo seré.

 

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Los karts son competición en estado puro. Es un pilotaje muy apretado, en pequeños trazados y con muchos adelantamientos y batallas. Como piloto, aprendes mucho de las carreras ahí. Como dije, mi padre fabricó un go-kart, y la mayor parte de nuestro dinero se iba a costes de viajes, así que aquel kart tenía que durarnos un par de años. Con los mismos neumáticos. Sólo teníamos un juego.

Pero ese tipo de problemas, te ayudan a aprender.

En una carrera, durante una de mis primeras temporadas, llovió. Aquel día, vi un neumático de lluvia por primera vez. Estaba en otro kart al lado mío en la parrilla. No tenía idea en absoluto de lo que era aquello. Las gomas de los otros corredores eran mucho más ásperas, y les daban una adherencia superior en condiciones de mojado.

Yo corrí con las slicks (gomas de seco) en lo mojado, no teníamos otra cosa. Pero no me resultó muy extraño, porque era lo que ya conocía. Ya las había usado un par de años, sabía lo que podían hacer. Tenía que ser un poco más cuidadoso, más preciso. Sólo tenía seis años, pero estaba corrigiendo sin parar. Tomaba entradas más abiertas a las curvas para poder salir con la delantera recta y acelerar antes. Me adapté, porque tenía que hacerlo. Aprendí y crecí, y lo amé.

Según me lo fui tomando más en serio, también empecé a estudiar sobre los trazados en los que participaba. Disfrutaba de conocer las características de un circuito, quería saberlo todo de cada una de las curvas antes de montarme en el kart.

Cuando tenía 13 años, estaba mejorando rápidamente y empecé a trabajar en Italia con una empresa motorista y aprendí todo lo que pude. Fue ahí cuando empecé a tener un completo entendimiento de mi kart. Y además, podía saltarme el colegio estando en Italia… y eso me gustaba. Estaba persiguiendo un ámbito de conocimiento diferente.

En 1996, gané el Campeonato del Mundo de Karting. Después de eso, mi familia y yo pensamos que podía tener un futuro en las carreras.

¿Pero qué futuro era ese?

 

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En los años 90, la Fórmula 1 – y el motorsport en general– no era muy popular en España. A nuestro país le apasionaba el fútbol y las motos. Yo no sabía quién era Michael Schumacher. Yo simplemente corría.

En el año 2000, hice el salto a la Fórmula 3000 en Europa. Pilotamos en algunos de los circuitos históricos del mundo, como Spa y Mónaco, y mis ojos se abrieron a la historia de los motorsports. Solía pensar que los circuitos de karts en España lo eran todo. Pero ahí estaba yo, en Mónaco, descubriendo un nuevo mundo. Entre fines de semana de carrera empecé a conocer a los grandes de los que oía hablar en los circuitos, gente como Schumacher, Ayrtonn Senna y Alain Prost. Y cuanto más sabía de ellos, más me motivaban. Yo quería llegar a ese nivel.

Un año después, me subí a un coche de Fórmula 1 por primera vez. Después de mi temporada de rookie con Minardi, invertí el año siguiente de piloto de pruebas y sustituto para Renault. Al año siguiente era piloto titular con ellos. En 2003, logré mi primera pole y mi primer podio en Malasia, y mi primera victoria en Hungría.

 

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Ahora, es el momento de algo nuevo. Un nuevo trazado. Un nuevo coche. Un nuevo mundo.

Ya llevo pensando en la Indy unos cuatro o cinco años. He visto algunas carreras, pero no sabía demasiado de las series. Conocía algunos de los protagonistas, equipos, pero básicamente, es todo nuevo para mí. Así que estoy de vuelta en algo que me apasiona: aprender. Todo el mundo, desde el equipo McLaren-Honda-Andretti, a la gente que he conocido durante mi estancia en Norteamérica, ha sido de mucha ayuda.

Los únicos que no son de ayuda son el resto de pilotos de Fórmula 1, porque están todos celosos. Jajaja. Es broma, es broma (realmente no). Todos me apoyan y me desean buena suerte.

Es duro perderse el Gran Premio de Mónaco, pero la tradición de la Indy es tremenda también. Sigo oyendo de todo aquel con el que hablo que no pueden esperar a que llegue la ceremonia inicial y su atmósfera. Y yo aquí, como veterano piloto, y todo es nuevo para mí. El himno, el circuito, la competición… estoy muy agradecido de poder experimentarlo. Voy a intentar disfrutar los ratos fuera del coche todo lo que pueda. Porque una vez el fin de semana de carrera llegue, es la hora de arrancar.

Como mi primer kart, este coche no fue construido para mí. Yo no soy el piloto pretendido, pero voy a hacer todo lo que pueda para enorgullecer a los que lo fabricaron. Y quizás este sea el comienzo de un nuevo viaje para mí.

Y quiero dejar una cosa clara. Yo no vengo de “vacaciones” o a pasármelo bien, yo soy un competidor, yo vengo a competir. Por encima de todo, espero que esto sea una experiencia que pueda llevarme con migo para el resto de mi vida. Espero que los sentimientos que experimente, y todo lo que mis ojos vean, se queden en mi mente para siempre.

Y espero que al final de esas 500 Millas, haya aprendido algo que nunca antes hubiera conocido”.

Firmado: Fernando Alonso

 

Autor del artículo: Alejandro Valencia/@alexwhiteflag

Fotos: McLaren F1